UNIVERSIDADES A CAMBIAR EL CHIP CON EL TEMA DE DROGAS. NUEVOS LINEAMIENTOS ASCUN Y MDJ

El pasado mes de mayo el Ministerio de Justicia y ASCUN (Asociación Colombiana de Universidades)  presentaron los lineamientos para el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito universitario. Un claro llamado al cambio de chip y a la modernización de sus enfoques de intervención con máxima participación, basados en la evidencia y con enfoque de autocuidado y reducción de riesgo y daño.  

El abordaje del tema de sustancias psicoactivas (SPA) legales, ilegales y legales de uso indebido en el ámbito universitario, siempre ha sido un tema complejo, por un lado, cuentan con el grupo poblacional que más consume SPA (jóvenes de 18 a 24 años) y por otro lado, el reconocimiento del consumo en un contexto donde la educación es un negocio, siempre ha sido visto como una desventaja competitiva para muchas instituciones educativas por no decir la mayoría. ¡La imagen ante todo!

Es quizás, por esta dicotomía, que las acciones de intervención siempre son tibias y discretas, orientadas a dar mensajes de prevención y cumplir con las metas de las oficinas de bienestar universitario, más no en abordar el problema de manera profunda o estructural. Es por esta razón que muchas veces son los medios de comunicación quienes terminan denunciando “los aeropuertos” en las universidades públicas, “las ventas de drogas por whatsapp” en las universidades privadas, las muertes por sobredosis en los baños,  la relación entre venta de drogas, trabajo sexual y consumo etc.

El pasado mes de mayo el Ministerio de Justicia y ASCUN hicieron llegar a las universidades los lineamientos para el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas en el ámbito universitario, el documento plantea un cambio en el enfoque y el abordaje del fenómeno pues, aunque reconoce la importancia en la prevención, dirige su objetivo general a “Reducir la vulnerabilidad relacionada a los riesgos del consumo problemático legal e ilegal en los estudiantes y comunidad universitaria”, “Fortalecer la capacidad de respuesta institucional y comunitaria centrada en la promoción de la salud e inclusión social” y “Hacer de los actores de la comunidad universitaria agentes de salud y sujetos de derechos, buscando mejorar la calidad de vida de las comunidad universitaria”.

Sin duda alguna estos objetivos ya marcan un oriente que reconoce la importancia de la reducción de riesgos y daños, el reconocimiento y la participación de todos los actores involucrados entre estos los estudiantes consumidores, focalizar el consumo problemático y la construcción de capacidad de respuesta.

 

El consumo en el contexto universitario.

El consumo de sustancias psicoactivas se entiende como una conducta que, en el marco de un abanico amplio de posibles comportamientos, una persona elige realizar, en un contexto y un momento determinado de su desarrollo, para enfrentar situaciones vitales que le representan un reto para experimentar sensaciones físicas, psicológicas o sociales. Tiene como riesgo la repetición cada vez más probable del consumo debido a que la sustancia psicoactiva modifica el tipo de interacciones que la persona realiza con el medio; a su vez, el medio puede tener una influencia en el sujeto en la toma de decisiones frente al consumo.

Esto implica que el consumo de sustancias psicoactivas se relaciona con comportamientos del sujeto que tienen un correlato en las experiencias, por lo cual es fundamental indagar sobre las situaciones que se evidencian en el contexto y, además, trabajar en el fortalecimiento del sujeto, desde sus capacidades de incidencia y de toma de decisiones. Es además una situación que puede surgir de las experiencias cotidianas que viven los y las estudiantes de cada colegio, universidad, familia, barrio o vereda, y guardan una relación con sus momentos de desarrollo afectivo y social. Las drogas son un vehículo efectivo de socialización debido a que la mayoría desinhiben y muchas aumentan la libido.

Algunos estudios realizados en diversos lugares del mundo han permitido identificar a los estudiantes como una población de alto riesgo al consumo de sustancias psicoactivas. Según Velásquez y Scoppetta (1998), existe mayor probabilidad de uso de sustancias psicoactivas durante la adolescencia y la etapa de adulto joven, con una asociación positiva entre nivel educativo y consumo. Valliant (1995), en Canadá detectó un mayor consumo de alcohol entre los estudiantes hombres de primer año de Universidad en relación con las mujeres. Webb y Ashton (1997), entre estudiantes universitarios británicos de segundo año encontraron que el uso de tabaco era más prevalente en las facultades de artes, ciencias sociales y ciencias biológicas, con una prevalencia del 30% y que el consumo de alcohol era muy importante entre los estudiantes de ciencias biológicas con una prevalencia del 23 %.

Es importante anotar que el paso a la Universidad representa para muchos jóvenes una transición hacia una anhelada independencia y libertad, pues en nuestro medio no se “controla” tanto a un universitario ya que se supone que este tiene una mayor madurez y responsabilidad. Para otros jóvenes estudiar en la universidad implica desplazarse a otras ciudades (especialmente capitales) lo que representa vivir sin padres y si una figura de control.

Con relación a las motivaciones, factores de riesgo e imaginarios que generan el consumo de drogas y alcohol en los universitarios, las investigaciones encontradas en realidad son pocas, pero dan idea de lo que sucede en este ámbito. El en caso de Chile encontramos algunos estudios cualitativos como por ejemplo el de Vargas (2007) que se realizó a estudiantes de la Universidad de Chile y en donde  se encuentra que existe una aceptación al consumo y percepción de no riesgo o poco riesgo con relación al consumo de alcohol y drogas –principalmente marihuana- que es positiva y que no es visto como un problema por parte de los estudiantes universitarios, donde se concibe a las drogas y el alcohol como elementos que ayudan o facilitan la socialización al interior de los distintos grupos que se forman en la Universidad. Se trata, dicen ellos, de formas de compartir, de vincularse con los otros y de comunicarse.

De acuerdo con el último estudio sobre Consumo de Drogas en la Población Universitaria de Colombia 2016, casi el 40% de los universitarios colombianos ha usado alguna droga ilícita al menos una vez en la vida. La marihuana es la sustancia más consumida por esta población, seguida por el LSD. Algunas de las principales conclusiones de este estudio señalan que el consumo de tabaco presenta un significativo descenso tanto en hombres como en mujeres en casi todos los grupos de edad, pero entre los más jóvenes hay un importante uso de cigarrillos electrónicos.

En cuanto al alcohol, el consumo riesgoso o perjudicial de esta sustancia afecta a 1 de cada 4 universitarios colombianos y 1 de cada 10 presenta signos de dependencia alcohólica. Sin embargo, todos los registros de alcohol han bajado de manera significativa. En el consumo de sustancias ilícitas el estudio refleja que casi el 40% de los universitarios colombianos ha probado alguna droga ilícita al menos una vez en la vida. El 22,4% de los universitarios colombianos consumió alguna droga ilícita en el último año y el 10,8% consumió en el último mes.

En cuanto al consumo de marihuana, el estudio presenta un importante aumento en toda la serie de estudios (2009, 2012 y 2016), donde el consumo se ha casi duplicado en siete años. Es importante saber que 7 de cada 10 estudiantes no percibe un gran riesgo en el uso experimental de marihuana, ni de conseguirla y 4 de cada 10 no percibe un gran riesgo en el uso frecuente de esta droga. Frente al consumo de LSD, esta sustancia es la segunda droga de mayor consumo entre los universitarios colombianos y su uso de ha cuadriplicado entre el 2009 y 2016 según la serie de estudios. De acuerdo con esto, 1 de cada 2 estudiantes no percibe un gran riesgo en su uso ocasional y 1 de cada 4 considera que es fácil conseguir LSD. En cuanto a la cocaína, el estudio señala que es la tercera droga más consumida por los universitarios. Por último, el 6,9% de los estudiantes universitarios ha consumido popper alguna vez en la vida (9,8% hombres y 4,3% mujeres).

Lamentablemente en Colombia nos hemos restringido demasiado a los estudios epidemiológicos temporales para dar cuenta del fenómeno de consumo y no hay alternativas institucionales de respuesta coyuntural a consumos emergentes, por eso ni las interpretaciones y menos las acciones están enfocadas en temas como el 2CB o “tuci”, el NBOME, las catinonas sintéticas, el uso de vaproizadores, las drogas y la sexualidad, los tipos de marihuana, la calidad de las sustancias o el policonsumo que marcan las pautas del consumo en población universitaria hace más de 5 años, estos temas al no estar en los estudios epidemiológicos por desconocimiento de quienes los diseñan, se quedan por fuera de la prioridad de la intervención y son la tendencia actual. Diseñamos políticas para hoy, con dato de hace 5 años.

 

Cómo aplicar los lineamientos de MDJ y ASCUN 

Desde el año 2008 la Corporación ATS ha venido trabajando con población universitaria en contexto institucional y por fuera de este de diferentes maneras, desde proyectos de consumo responsable de alcohol en el espacio público y entornos universitarios, con programas de reducción de riesgo y daño en consumos recreativos en espacios de fiesta y ocio, también con consumidores problemáticos por vía inyectada. De la misma manera hemos participado en diferentes espacios académicos de investigación y debate en la Universidad Nacional de Colombia, La Universidad de Los Andes, La Universidad Javeriana, La Universidad de Antioquia, La Universidad Externado de Colombia, la Universidad de Ibagué, la Universidad el Bosque, La Universidad del Rosario, la UPTC, la Universidad del Tolima entre otras.

En todos estos años de trabajo hemos descubierto el magnífico potencial que tienen las universidades para innovar en el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas, pero también el peso tradicional y de imagen que sobre ellas recae para arriesgarse en innovar y no ser señaladas o estigmatizadas. La sociedad se encuentra hoy en día en una transición entre el modelo de prohibición hacia el modelo de regulación de mercados ilegales de drogas y la universidad cuenta por un lado con la población que más consume y por otro lado tiene la licencia social de innovar, experimentar e investigar para darle nuevas respuestas al fenómeno del consumo de drogas.

Dice el documento de ASCUN y MDJ que “La propuesta de los MTA (marcos técnicos de acción) busca ir más allá de las acciones preventivas tradicionales, que aunque necesarias, no son suficientes en los contextos en los que se encuentran inmersas las poblaciones priorizadas en los mismos.  En términos generales, los MTA proponen una serie acciones encaminadas a la promoción de la salud, prevención, mitigación y atención de consumos problemáticos, con el fin último de mejorar la calidad de vida de la población, a partir de la comprensión de: 1) La manera en que el problema del consumo se manifiesta en el contexto. 2) Cuáles son sus actores. 2) Las necesidades de la población. 3) Los recursos internos y externos con los que se cuenta para hacerle frente y la manera como los mismos se pueden articular y potenciar.”

Esto que quiere decir desde nuestra interpretación, que hay que innovar, trabajar más allá de la prevención y desarrollar enfoques de reducción de riesgos y mitigación de daños, que hay que llamar a todos los actores a participar del diseño e implementación de las estrategias, que hay que responder a las necesidades y demandas de la población y no a los supuestos o deseos de los profesionales.

Los objetivos específicos de estos lineamientos son: 1) Generar estrategias de movilización social de la comunidad universitaria para reflexionar y construir conocimiento sobre el consumo en ese ámbito, 2) Desarrollar acciones de formación permanentes basadas en la evidencia dirigidas a la comunidad universitaria para fortalecer su capacidad de respuesta institucional y comunitaria, 3) Diseñar e implementar acciones participativas enfocadas a la prevención y mitigación desde la promoción de la salud, el autocuidado, la autoregulación y la inclusión social. 4) Diseñar e implementar estrategias participativas de comunicación que promuevan y apoyen las acciones mencionadas haciendo uso de las tecnologías de Información y Comunicación (TIC), 5) Fortalecer la capacidad de respuesta institucional y comunitaria con la creación/fortalecimiento de servicios de atención, intervención, formación e identificación de rutas de atención y canalización de casos de consumo problemático.

 

Cómo perder el miedo a innovar en materia de drogas

Es hora de perder el miedo y reconocer que el consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales ocurren de manera significativa en el ámbito universitario, ya sabemos que “un mundo libre de drogas” es imposible y que el camino es un “un mundo que conviva en paz con las drogas”, las políticas de prohibición hacen más daños que las mismas drogas y tenemos que dejar que la ciencia y la evidencia actúen sobre los dogmas y los prejuicios. El camino para el cambio está marcado y quienes sigan estando presas del miedo quedaran rezagados en esta tarea de aportarle al cambio de paradigma por el que transita el mundo, un cambio que es inevitable por lo que tenemos que hacer transitar a nuestra sociedad con menos traumatismos.

Hay que empezar por reconocer a los consumidores como actores sociales relevantes, como un grupo poblacional significativo, que tienen vínculos de cohesión, solidaridad, identidad, cohesión alrededor del consumo de sustancias psicoactivas, son los estudiantes consumidores de sustancias psicoactivas líderes y reconocidos los principales aliados del cambio. Hay que llamar a participar a las comunidades cannabicas, a los consumidores de vapeadores y todos aquellos que se sientan recogidos, llamarlos desde el respeto, la confidencialidad, sin discriminación ni estigmatización, llamarlos como ciudadanos a participar del cambio, esto permite hacerlo beneficiarios de políticas institucionales y además prestar apoyo y acompañamiento sincero en el momento en que el consumo se vuelva problemático.

Hay que empezar por la construcción de capacidad de respuesta, el debate, la actualización de conocimiento. Hay cerca de 800 sustancias ilegales definidas, en Colombia se han descubierto 33 en los últimos 10 años, las drogas de síntesis han ganado un espacio considerable, los tipos de marihuana, los tipos de consumidores, los nuevos enfoques, las redes sociales, los principios de abordajes son solo algunos de los temas para actualizarse. No basta con charlas de prevención, afiches o correos electrónicos, el abordaje del tema de drogas debe convertirse en una política institucional que también involucra la investigación, las cátedras, las clases de contexto, los cursos de extensión, los debates académicos.

Hay que diseñar estrategias de comunicación contextualizadas, focalizadas, respondiendo a los diagnósticos y basados en la evidencia, prevención para los primeros semestres, reducción de riesgo y daño para todos los estudiantes, el consumo de sustancias en el cuerpo administrativo y los decentes, la relación del consumo con el microtrafico y el trabajo sexual, el consumo de alcohol y cigarrillo. Realizar campañas enfocadas en la reducción del estigma social y la participación. Definir rutas de atención para consumos problemáticos y rutas de emergencia en caso de intoxicaciones. Mejorar la oferta institucional, deportiva, cultural de tiempo libre.

Estos son solo algunos de los puntos a tener en cuenta en esta transición hacia un nuevo paradigma en el abordaje del consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales en el ámbito universitario, ya no hay excusas.

Parte de esta metodología, descubrimientos y acciones las venimos implementado en el último año con la Universidad de Ibagué a quienes agradecemos por construir juntos una apuesta por cambiar el abordaje del tema de drogas en su comunidad universitaria.

Aqui el resumen de ASCUN.

Haga clic en el botón para cargar el contenido de docs.google.com.

Cargar el contenido

Descargar (PDF, 2.68MB)