
14 Jun LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO NOS DUELE, PERO NO NOS SORPRENDE
La situación que vive el país nos preocupa y los hechos de los últimos días nos empujan a compartir nuestra reflexión con ustedes, porque si algo hemos aprendido es a no caer en la inmediatez de las redes sociales para informarnos y comunicarnos en coyunturas políticas complejas y desafiantes.
En primer lugar, condenamos y rechazamos todas las manifestaciones de violencia física y verbal contra políticos, líderes sociales, fuerza pública, sociedad civil y ciudadanía en general. La violencia no es el camino para resolver nuestras diferencias, hacemos un llamado a desescalar la violencia política y a retomar el diálogo participativo, democrático e informado. Nos duele lo que pasa pero no nos sorprende, la escalada de violencia fue advertida por muchas organizaciones.
Este nuevo ciclo de violencia no nos retrocede al pasado de la década de los ochentas y noventas. Concretamente la violencia política no se detuvo en la década anterior ni en esta, el asesinato de lideres y liderezas comunitarios, sociales y políticos continuó después del Acuerdo de Paz. La caracterización del conflicto que desde nuestro trabajo y perspectiva fue incluido en nuestro proyecto “Pensando en cocaína: Estudio prospectivo para la regulación de la cocaína en Colombia al año 2034” realizado hace una década, en el que se anticipó que una nueva ola de violencia derivaría de la disputa por el control del narcotráfico que antes ejercían las FARC. El proceso de paz en materia de drogas perdió una oportunidad de oro para plantear un nuevo paradigma pero siguió por la línea del prohibicionismo y hoy vemos las consecuencias.
Nos preocupa que el gobierno nacional y las autoridades no tengan una lectura política en comparación a la de hace unos años. En Colombia ya no hay grupos guerrilleros en conflicto armado para tomar el poder en el Estado, hay grupos de narcotraficantes disfrazados de guerrilla y eso cambia la negociación. Hacemos un llamado a reconocer la transformación de los grupos y la reconfiguración misma de las economías extractivistas ilegales y el narcotráfico, de lo contrario es un desacierto con un alto costo social, humanitario y de posibilidades reales de paz, desarrollo territorial y por supuesto cambio en la fracasada guerra contra las drogas.
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Hoy ratificamos que la raíz de la violencia, corrupción, crisis ética y cultural de nuestra sociedad está en la prohibición de las drogas, que deriva en la disputa por el control ilegal del mercado de la cocaína y cuya principal responsabilidad es de los políticos, que pese a la evidencia sobre el fracaso de la guerra contra las drogas, no dan pasos para desmontarla. Lo demuestran también las medidas de prohibición de porte y consumo en el espacio público de los alcaldes, retomando una agenda de estigmatización, conflicto por el espacio público y securitización de la agenda.
Lamentamos la cobertura de los medios masivos de comunicación sobre la situación de violencia que vive el país, la cual sólo agudiza la polarización y discursos de odio que tanto reprochan pero siguen perpetuando, respondiendo a intereses políticos y económicos sin pudor, demostrando que no están a la altura del momento histórico y demostrando preocupantes retrocesos en las buenas prácticas del periodismo y el derecho a la información.
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Entendemos que las redes sociales son un nuevo campo de batalla, pero los datos nos muestran que son pequeños círculos sociales, políticos y territoriales quienes con sofisticadas maniobras promueven mentiras para agudizar el caos y la desinformación. A las redes sociales, y quienes dominan la narrativa, también les quedaron grandes los retos sociales que hoy tenemos. La desinformación y la inmediatez están en alza.
Continuaremos buscando alternativas para desmontar el prohibicionismo de las drogas jugando de una manera innovadora y disruptiva en el marco de la prohibición, y participando de forma alternativa y crítica a la espiral de desinformación, odio y polarización que nos imponen los políticos, los medios de comunicación y las redes sociales. Muy a nuestro pesar el cambio de este gobierno en materia de política de drogas se quedó en el discurso y no en acciones.
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El paso del tiempo nos ha demostrado que la innovación y el cambio siempre va a tener resistencia, las últimas interacciones nacionales e internacionales nos han dado más confianza en que vamos por el camino correcto y estamos seguros que estos 18 años de trabajo nos ha permitido moldear una comunidad que cada vez más toma lugares de poder y que es consciente del reto que tenemos porque no hay mejor estrategia que la reducción de daños que un mercado legal y regulado de las drogas.
Hacemos un llamado a la sociedad civil para desescalar el discurso de odio, las diferencias políticas y las transformaciones a las que le apostamos en nuestro país en diferentes agendas urgentes se resuelven mediante el diálogo democrático y el fortalecimiento de la participación efectiva, la acción colectiva y la movilización social. También hacemos el llamado a los políticos a buscar formas de conciliación, las heridas de este país se profundizan cuando no vemos el diálogo como una manera para alcanzar acuerdos.