EL SÍNDROME DE PABLO ESCOBAR ¿De qué se trata y cómo saber si lo padece?

La tradicional interpretación de la guerra contra las drogas se ha centrado en los síntomas de la enfermedad y no en la enfermedad como tal o en las causas la mantienen. Ese autoengaño repetitivo en los círculos de poder y los medios de comunicación que alimentan el constructo social que actualmente se evidencia, ha logrado contagiar a miles de personas que creen que causan más muertos las drogas, que la violencia generada por la prohibición y la guerra por controlar el mercado ilegal. Les presentamos el síndrome de Pablo Escobar, las claves para identificarlo y cuál es el tratamiento.    

Julián Quintero – Sociólogo

Daniel Rojas – Psicólogo

Definición: Persona que presenta un desconocimiento y dificultad para identificar y reconocer la problemática de las drogas, señalando los aspectos consecuentes (síntomas) y no las variables subyacentes (causas), que a su vez se debe por el autoengaño por parte del poder y la tradicional interpretación de la guerra contra las drogas alimentada por medios de comunicación masivos

Hace pocas semanas el gobierno de Iván Duque recicló, de manera morbosa y bastante producida, el ya sancionado discurso de la “mata que mata”. Esta vez, con varios comerciales de televisión, se concentró en enviar un mensaje en el que culpa a la coca y la cocaína de la adicción de un joven citadino, la contaminación de los bosques y la violencia en las ciudades y campos.

Para el colombiano que sufre el síndrome de Pablo Escobar, no hay nada más cierto, obvio y coherente. Sin embargo, para quienes nos hemos dado a la tarea de estudiar este fenómeno, consideramos que la culpa de la adicción, la contaminación y la violencia, no radica en la planta (coca) o en las sustancias (cocaína), sino en la prohibición. Es decir que, para nosotros, si el consumidor de cocaína pudiera tener asesoría, sustancias de calidad, atención médica, entre otros factores que puedan intervenir de forma precisa y eficaz sobre las variables subyacentes que desembocan en un consumo que genera problemas en su funcionalidad, quizás aquella dependencia podría ser atendida como una enfermedad crónica, tal como lo hace el sistema de salud con el exceso de azúcar o el cáncer de pulmón por fumar.

Así mismo, si la sustancia se pudiera producir de manera legal en un laboratorio certificado y con altos estándares de calidad, no tendría que usarse gasolina, ácido sulfúrico, permanganato de potasio y muchos menos derramar los residuos contaminantes a los ríos o tener que talar selva adentro para cultivar sin ser detectados. De igual manera pasa con la violencia: seguramente si las personas que producen comercian y consumen estuvieran inmersas en un mercado reguladolegalmente, las peleas fueran legales, farmacéuticas, comerciales, competitivas, educativas y de mercado, basadas en la evidencia, respetando los derechos y bajo la sombrilla de todo lo que implica la legalidad.

Mejor ejemplo no nos pudo brindar el gobierno de Iván Duque para explicar una vez más que el problema no es de las drogas, sino de la prohibición que genera un mercado ilegal, el cual se rige por la ley de la violencia. Como se ha dicho en las últimas semanas, la prohibición de las drogas no deja ser sexy, atractivo y morboso para quienes no están inmersos en él, viven del miedo y el pecado como los religiosos o el rating como los medios de comunicación.

Qué es y cómo se manifiesta el Síndrome de Pablo Escobar.     

El nombre del Síndrome de Pablo Escobar lo escogimos por dos razones. Primero, por el obsesivo comportamiento de los medios de comunicación (especialmente, noticieros, novelas y cine) de seguir hablando de Pablo Escobar como el origen de todos los males, de seguir perpetuando el trauma que él produjo en una generación menor de 30 años a quienes poco les importa y la mayoría de lo que conocen es ficción. En segundo lugar, se llama el Síndrome de Pablo por la manía de los gobernantes prohibicionistas de querer perseguir las consecuencias de la prohibición, mas no las causas de esta.

Demoler el edificio Mónaco en Medellín, quitar la avioneta de la entrada de la hacienda Nápoles, perseguir los hipopótamos, incautar millones de dólares y expropiar casas lujosas para venderlas y así financiar helicópteros, armas, glifosato y avionetas para seguir con el círculo vicioso de rendir informes amañados de los “miles de millones” de hectáreas de coca destruidas.

Mientras tanto aumenta la exportación, surgen nuevos narcos, sube el precio y el consumo de cocaína en todo el mundo. Se concentran en los síntomas, mas no en la enfermedad.

Para entender este fenómeno, un síndromees el cuadro clínico o el conjunto de síntomas y signos que caracterizan una enfermedad que ocurren en determinado tiempo y forma, o múltiples etiologías (origen). Este concepto se ha aplicado principalmente en el campo de la medicina, sin embargo, no es exclusivo y puede llegar a evidenciarse ante diferentes dinámicas y/o factores sociales que tienen una implicación e incidencia sobre la cultura, creencias, actitudesy comportamientosen diferentes grupos poblacionales de un mismo territorio, además de producir diferentes consecuencias donde se presente.

Este síndrome de Pablo Escobar visualiza de forma negativa y estereotipada a las personas consumidoras de sustancias psicoactivas, especialmente a los consumidores de cocaína, marihuana, basuco y heroína para nuestro contexto, pero ocurre con todas las demás sustancias ilegales, mas no en las legales. Esta visualización genera comportamientos hostiles o agresivos hacia el consumo o las personas consumidoras de drogas que no afectan más que a quien lo hace, e ignoran los factores problemáticos subyacentes y relevantes como es el prohibicionismo y la guerra contra las drogas.

Es decir que, quienes padecen esta condición, recargan su rechazo en los eslabones más débiles de esta cadena de valor, como son las personas consumidoras y cultivadoras. De manera repugnante rechazan a quienes ejercen la violencia para el control de este mercado en el campo y las ciudades, pero le temen, cohonestan, desconocen o ignoran las causas en las que radica el consumo problemático de drogas, la violencia por el control del mercado ilegal o la contaminación del medio ambiente.

Como todos los síndromes, se requiere identificar cuatro factores claves: origen o causas, síntomas (formas en que se expresan), consecuencias y el tratamiento.

 Las causas y los síntomas del síndrome son la prohibición, aunque cueste reconocerlo. 

Referente a las causasque dieron pie a que este síndrome colombiano se estableciera de manera progresiva, es que a lo largo de la historia moderna se venían presentando diferentes vulnerabilidades o predisposiciones que abonarían y crearían el ambiente perfecto para que esto se desarrollara. En principio, el inicio de la guerra contra las drogas por parte de los Estados Unidos en las manos de Richard Nixon,el cual buscaba perseguir hippies pacifistas que no querían ir a Vietnam, negritudes revolucionarias exigiendo derechos civiles y migrantes mexicanos trabajadores. La guerra contra las drogas nunca pretendió perseguir las drogas que ellos consumían, solo quería perseguir a los ideales que ellos llevaban.

Posteriormente, las diferentes campañas poco metodológicas y basadas en el miedo, tabú y desconocimiento de Ronald Reagan y su primera dama Nancy, llevaron a permear toda una postura y perspectiva política en Colombia, América latina y el mundo frente a las sustancias psicoactivas, especialmente con uno de los mercados más explosivos a nivel económico como era la cocaína.

Con los precedentes establecidos y los obvios efectos en el espacio y tiempo, empezaron a desarrollarse diferentes síntomasen la población que estructuran la verdadera problemática. Cultural y generacionalmente se cree que el problema viene siendo el narco, el consumidor (que busca una experiencia), la imagen de personas con problemáticas complejas que encuentran alivio en una sustancia, el dealer que cada vez tiene más caras las drogas y la “mata que mata”. Se cree también que el problema es el policía corrupto, el empresario que lava el dinero, el campesino que toma un arma para defender cultivo, el sicario que es contratado para saldar cuentas o “el maldito” reclutador de mujeres pobres para convertirlas en correos humanos.

Se distraen con los síntomas, pero ignoran que la problemática del narco es la prohibición que no permite tener un espacio seguro, ordenado y regulado para la siembra, producción, venta y consumo. La prohibición que genera un ambiente nutrido por la punición y restricción del consumidor problemático, por la ausencia de servicios de salud físico y mental eficientes, además de un desinterés del gobierno, del dealerde una economía perfundida por la corrupción y falta de oportunidades y de la planta por un campo olvidado y destruido.

Estos síntomas se expresan en cómo los medios de comunicación mantienen y refuerzan estos constructos distorsionados con las narconovelas que enaltecen diferentes perfiles de personalidad sociopáticos que muestran un mayor beneficio que costo; juicios y estereotipos agresivos y devaluativos por parte de la sociedad al señalizar de “adicto o cocainómano” a alguien que busca aumentar su energía o euforia en momentos determinados, deslegitimando así la libertad y la toma de decisiones que, como adultos, estructuramos por décadas. Preguntamos entonces, si es tan efectiva su educación, restricción y sanción que protege a los niños, niñas y adolescentes, por qué entonces evitar que se ejerza libremente este aprendizaje en la adultez.

Este síndrome también tiene como síntoma creencias tales como pensar que perseguir hipopótamos, quitar una avioneta de una hacienda o destruir el edificio Mónaco de Medellín van a cambiar la demanda y panorama de una sustancia. Aquellos que presentan este síndrome piensan que los consumidores de forma fría y poco empática no les importa “que una niña viaje con cocaína en guantes de látex” y financien una estructura criminal, ignorando cuáles fueron esas causas las que llevaron a esa niña a hacerlo (contexto de violencia, pobreza, falta de oportunidades, etc.), además de ignorar que el consumidor simplemente busca la potencialización de sensaciones, percepciones y emociones que amplifican una experiencia.

Este síndrome también hace creer a la sociedad que prácticas de riesgo en los consumidores el cual es alimentado por barreras y desconocimiento de información, pueden llevar a una sobredosis y, sobre todo, que la violencia es la enfermedad cuando es la expresión y consecuencia de esta. La sintomatología de este síndrome en la actitud se manifiesta desde el rechazo, repudio y desinterés sociopolítico por los consumidores, pero también porque quienes buscan ampliar la interpretación más allá de la enfermedad, sufren, de manera preocupante, un impulso por manipular los derechos de los niños, niñas y adolescentes para atropellar los derechos de las personas adultas y así imponer las consecuencias de su enfermedad.

Las consecuencias y el tratamiento.

Las consecuencias de esta enfermedad se han agudizado en los últimos años, pese a la identificación de las causas por parte de las ciencias de la salud, humanas y sociales, quienes la padecen y están en el poder se niegan a reconocerlo.  Estas consecuencias son diversas y dependen del contexto en el que se analice. Sin embargo, las principales son en principio las perspectivas y constructos distorsionados que refuerzan y mantienen la estigmatización y discriminación hacia los consumidores, llegando a devaluar y denigrar la condición inherentemente humana de respeto que posee cada persona (sea o no consumidora).

Esta enfermedad niega en materia política, económica y social la tendencia mundial de un nuevo abordaje del tema de drogas basados en la evidencia científica y de los derechos humanos. Con lo anterior se deriva una carencia en la agenda de servicios para el 100% de los consumidores y no solo para el 11 o 12 % problemáticos, además que brinden alternativas de acuerdo con la condición ydecisión del consumidor que vaya desde la prevención hasta la reducción de riesgos y daños y superación del consumo. Por último (aquí), el sostener la misma posición política mantendrá el abordaje poco efectivo y altamente costoso en economía y vidas que actualmente se evidencia en el mundo.

¿Cuáles son los tratamientos?Hacia las enfermedades se ha evidenciado dos tipos de tratamientos principalmente, aquel que es paliativo (aquel que busca actuar sobre los síntomas sin curar o solucionar) y el efectivo el cual soluciona las problemáticas que mantienen la enfermedad. A partir de esto, podemos observar que la forma en que Colombia y las diferentes áreas que deberían actuar sobre la verdadera problemática se han mantenido sin acciones o desde un tratamiento paliativo, al buscar actuar sobre los síntomas, pero no hacia la verdadera problemática.

Es tiempo de que Colombia se someta a un tratamiento efectivo que incluye

  1. Reconocer que la guerra contra las drogas ha fracasado y hay suficiente evidencia que lo demuestra
  2. Entender que estamos transitando del fracaso del prohibicionismo hacia el modelo de regulación de mercados ilegales
  3. Hay que dejar de engañarse creyendo que un mundo libre de drogas es posible. Esto es falso y debemos saber vivir en paz en un mundo con drogas.
  4. Se debe reconocer que la mayoría de las personas que consumen drogas no tienen problemas. Son ciudadanos y ciudadanas con derechos en salud y participación para opinar sobre las políticas de drogas que los afectan.
  5. La regulación de los mercados ha demostrado reducción en la violencia, mejoría de la salud pública y aumento de los recaudos económicos para programas sociales.

Es este tratamiento el que, de forma estructurada y no burocrática, brinda mayores alternativas y posibilidades para el campo y progresivamente logre desestructurar y reconstruir una perspectiva más real sobre las personas consumidoras.

En consecuencia, el síndrome de Pablo Escobar se basa en un desconocimiento y falta de reconocimiento por parte de diferentes esferas (políticas o sociales) que, a su vez, se mantiene por los diferentes medios de comunicación que interpretan de forma casi dogmática la guerra contra las drogas que ellos también han creado.