Investigación Y Acción Participativa Con La Población Consumidora De Bazuco De Bogotá

Por: Julián Andrés Molina Menjura/ Químico Farmacéutico – UNAL
Coordinador General del Proyecto – ATS
Levinson Harley Niño Leal/ Antropólogo – UNAL
Investigador Asociado – ATS

“El derecho de vivir no se mendiga, se toma”.
– Alexandre M. Jacob.

El consumo de bazuco (cocaína base mezclada con otras sustancias adicionadas o adulterantes) es un fenómeno que infunde un temor generalizado; los usuarios de esta sustancia son estigmatizados -entre el imaginario colectivo- como personas en la situación más extrema que alguien pueda experimentar.

La falta de observación e investigación, fuera de un enfoque clínico y policivo sobre este fenómeno, ha generado un vacío de información que suele llenarse con nociones y representaciones diversas que muchas veces distan de la realidad de los consumidores de esta sustancia. Como consecuencia, se suele criminalizar o victimizar a estas personas por sus decisiones y sus condiciones de vida particulares, sin tener en cuenta su posición al respecto. Esto también se ve reforzado por la creencia colectiva acerca de un supernatural poder adictivo relacionado al bazuco en sí mismo.

Mientras que las acciones tomadas por la actual administración se reducen a un contexto policivo, como el realizado recientemente en el sector del denominado “Bronx”, con el cual ni siquiera se consiguió dar captura a los cabecillas de las mafias del tráfico y el micro-tráfico, existen otras maneras mucho más creativas, técnicas y que buscan evidencia real que puedan dar sustento a soluciones efectivas a este problema.

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Investigación sobre el bazuco en Bogotá: Componentes, adulterantes y residuos 

La Corporación Acción Técnica Social (ATS), a través del Servicio de Análisis de Sustancias Psicoactivas (SAS) asociado al proyecto “Échele Cabeza Cuándo se dé en la Cabeza”, y en colaboración con el proyecto “Energy Control” de España, publicó (en febrero de 2015) los resultados del análisis fisicoquímico de 16 muestras de cocaína fumable (bazuco) y 12 muestras de cocaína esnifable (clorhidrato de cocaína), recolectadas en diversos sectores de la ciudad de Bogotá[1]. Con esta investigación se hizo evidente, que al menos a nivel técnico, en referencia a la composición fisicoquímica comparada entre estos dos tipos de cocaína, no existe un sustento para estigmatizar el consumo de bazuco, comparado con el consumo de cocaína esnifable.

De este primer acercamiento a la composición fisicoquímica del bazuco se encontró que “la cantidad de cocaína base encontrada en las muestras de bazuco y la cocaína clorhidrato encontrada en las muestras de cocaína esnifable tienen unos rangos similares, pero en promedio las muestras de bazuco tendrían un mayor contenido de cocaína. Sin embargo, al hablar de adulterantes, sorprendentemente encontramos que se encuentran más adulteradas las muestras de cocaína esnifable que las de bazuco. Ambos tipos de sustancias coinciden en el contenido de adulterantes tales como levamisol, fenacetina y cafeína. Lidocaína y Acetaminofén se encuentran únicamente en las muestras de cocaína esnifable”.

Fue así como se hizo evidente que no existe una explicación exclusivamente asociada a la composición del bazuco, y que más que un poder adictivo sobrenatural, el abuso y consumo problemático de dicha sustancia, se encuentra asociado a una gran variedad de factores, por ejemplo, con la mayor intensidad del efecto de la cocaína cuando se fuma, con una posible mayor inducción de tolerancia por esta vía, con los bajos precios que facilitan una primera experiencia, con los factores psicosociales y etarios de las personas que consumen, entre muchos otros factores posibles que hasta el momento no han sido lo suficientemente investigados.

b2Consumidores con quienes hicimos este primer acercamiento, explicaban el poder adictivo sobrenatural del bazuco a través del mito de la adición de hueso humano molido, lo cual se les develó como falso al explicarles que tras el análisis fisicoquímico no se encontró carbonato o fosfato de calcio, sustancias que se encuentran presentes en el hueso humano.

Paralelamente a este primer ejercicio de análisis fisicoquímico, se realizó una juiciosa revisión bibliográfica, encontrándose que la cocaína base presente en el bazuco, cuando “viaja a través del fuego, una parte logra condensarse formando el humo que en realidad es un aerosol compuesto de pequeñas gotas y otra parte se convierte en subproductos de degradación por el fuego o pirolisis[2]”; se encontró también que “el fumado de cocaína en su forma de base da lugar a un producto de pirolisis denominado metilecgonidina o anhidroecgonina metil éster o AEME[3]; y que “entre el 50% y el 80% de cocaína fumada se convierte por pirolisis en AEME[4],[5], en donde se propone que “dicha sustancia AEME puede ser la que ejerza una mayor neurotoxicidad y deterioro en los fumadores de cocaína base[6].

En conclusión, como este producto altamente neurotóxico no se presenta a través de ninguna de las otras vías de administración de cocaína, sería lógico pensar que se podría retardar o reducir la toxicidad de esta práctica en los usuarios o abusadores de bazuco al facilitarles parafernalia que favoreciera la volatilización de la cocaína base y evitara su degradación por pirólisis. 

Segunda experiencia con el bazuco: Caracterización y aproximación etnográfica a las prácticas y materiales utilizados en el consumo de bazuco por parte de ciudadanos de las localidades de los Mártires y Santafé en Bogotá”

  • Trabajamos en el desarrollo de una parafernalia que remplace los artefactos artesanales que la población usuaria de bazuco utiliza en calle y así, disminuir la toxicidad y los daños en su salud.
  • Realizamos una caracterización etnográfica a esta población y aplicamos estudios físicos y químicos al bazuco y su pararfernalia con el objetivo de entender el porqué y el para qué de las prácticas y los materiales incluidos en los diversos tipos de usos.
  • Esta experiencia nos ha capacitado para proponer alternativas en territorios nacionales e internacionales que puedan funcionar desde la reducción de daños, de acuerdo con la realidad de los saberes y los estilos de vida de las poblaciones mencionadas.

Teniendo en cuenta los resultados de esa primera observación y análisis, el Fondo Financiero Distrital de Salud de la Secretaria de Distrital de Salud (SDS) y la Corporación Acción Técnica Social (ATS), suscribieron, a partir del año 2015, un convenio de asociación para realizar un acercamiento -distinto en su enfoque y en su ejecución-, tanto a las prácticas de consumo como a los materiales utilizados por los consumidores de bazuco de las localidades de Santa Fe y de Los Mártires en la ciudad de Bogotá. El proyecto de “Caracterización y aproximación etnográfica a las prácticas y materiales utilizados en el consumo de bazuco por parte de ciudadanos de las localidades de los Mártires y Santafé en Bogotá”, es el resultado de dicho convenio.

b3Foto: Taller de observación y prototipado. Para este proyecto se fusionaron técnicas de investigación social clásicas aplicadas desde una perspectiva de la antropología médica y la acción participativa, con análisis fisicoquímicos de los materiales y las sustancias involucradas en las prácticas de consumo, con aportes desde la ingeniería y el diseño industrial.

En el marco de dicho proyecto se trabajó de la mano, desde el 1 de noviembre de 2015 hasta el 30 de abril de 2016, con población consumidora de bazuco de estas dos localidades (incluido el sector del “Bronx”). Para establecer contacto y acceder a esta población. El equipo de trabajo conformado por Julián Andrés Molina Menjura (Químico Farmacéutico y Coordinador General del proyecto), Levinson Harvey Niño Leal (Antropólogo e investigador principal), Yanina Silva Jaramillo (Enfermera Jefe, ex-consumidora y Facilitadora Poblacional) y José de Jesús Leyton (Facilitador Poblacional), utilizó técnicas de muestreo en cadena (denominadas “bola de nieve”), ampliamente difundidas en trabajos de tipo exploratorio con poblaciones ocultas y de difícil acceso (Martínez, 2012).

De manera preliminar, esta investigación ha permitido evidenciar que, si bien puede existir cierta flexibilidad dentro de la cotidianidad de estas personas, el consumir bazuco y el vivir en la calle, requieren una planificación y cierto orden en los tiempos, pues las necesidades emergentes relacionadas a esta condición no permiten dar espera. Se identificó que la mayoría de los individuos de esta población tienen una rutina de horarios pre-establecidos, con lo cual se desmitifican los imaginarios sociales generalizados y los prejuicios que conciben al consumidor de bazuco como un personaje que ejerce actividades intempestivamente, de manera improvisada, desordenada y con nula planeación, y casi siempre asociadas a actividades delictivas.

Incluso, se hizo evidente que para los usuarios de bazuco más problemáticos las dinámicas de robo (u otros ejercicios delincuenciales premeditados) no resultan factibles, dados los niveles de disfuncionalidad física y mental provocados por el uso crónico y abusivo de la sustancia, así como por el temor a encontrarse en prisión, lugar en el que el acceso al bazuco se dificulta (o se hace más costoso) y la aparición de la sintomatología asociada a la abstinencia es inminente.

Dentro de la investigación, también se recolectaron 45 muestras de bazuco provenientes de diferentes puntos de distribución dentro de las localidades definidas, así como artefactos improvisados (pipas) usados para el consumo de bazuco, los cuales fueron enviados para su análisis al Laboratorio de Análisis Instrumental del Departamento de Farmacia de la Universidad Nacional de Colombia.

La mayoría de los consumidores desconocían por completo la composición real del bazuco que llevaban consumiendo durante años, e incluso para algunos resultaba sorprendente reconocer que la sustancia que produce el efecto es la misma cocaína que se encuentra en el “perico” (cocaína esnifable). Muchos consumidores demostraron interés en conocer los resultados de los análisis fisicoquímicos realizados sobre las muestras de bazuco, e incluso le facilitaron al equipo de trabajo algunas muestras o suministraron la información necesaria para acceder al punto geográfico y a la referencia (“gancho”) del bazuco de su preferencia.

De la interacción con la población, también se identificó el consumo de “cochornia” o “terapia”, que es el residuo que resulta acumulado dentro de los artefactos improvisados (pipas) tras la ignición en el fumado del bazuco. De manera preliminar, se logró identificar dentro de este tipo de residuos la sustancia AEME, así como otras sustancias asociadas a los materiales de fabricación de los artefactos improvisados (pipas), que aportan a la toxicidad de las prácticas relacionadas al consumo de bazuco. Se identificó que la forma de consumo (aplicación directa del fuego sobre el bazuco) propicia la aparición de derivados pirolíticos y neurotóxicos como el AEME.

También se diferenciaron dos tipos de consumo de estos residuos cargados de dichos derivados pirolíticos neurotóxicos: (1) un consumo que se presenta cuando ya no hay acceso al bazuco (en la mayoría de los consumidores) o (2) un consumo regular por la adquisición de un gusto al efecto distinto que se siente al consumir estos residuos. También es importante indicar que la mayoría de los consumidores relacionaban instintivamente un mayor riesgo o mayor toxicidad a la práctica de fumar dichos residuos.

Una de las actividades más innovadoras e interesantes, y que despertaron el mayor interés en la población consumidora, correspondió a la realización de talleres en donde se reunieron consumidores, ingenieros y diseñadores industriales de la Estrategia Tecnoparque del SENA, con el objetivo de entender, en términos tanto antropológicos como ingenieriles, la fabricación de los artefactos improvisados para el consumo de bazuco.

b4Resultó sorprendente encontrar, dentro del diseño improvisado de los artefactos para fumar bazuco construidos por varios usuarios, nociones básicas de reducción de riesgo: boquillas improvisadas para evitar el contacto con la boca de otros consumidores (cuando se comparte la pipa) y formas de estabilización de dichos artefactos para evitar que la boquilla de los mismos toque el piso.

En otras palabras, formas en el diseño improvisado que revelaban un interés por el autocuidado: prevenir el contagio de enfermedades e infecciones. El alto interés que mostró la población consumidora de bazuco para participar en los talleres de elaboración de pipas, se debió a que los consumidores tuvieron la oportunidad de elaborar y exponer sus propios diseños, así como explicar y responder inquietudes a los ingenieros y diseñadores participantes, apropiándose de un espacio en donde sentían que sus conocimientos eran importantes y se sentían estimulados a compartir su “know how” en la elaboración de un prototipo teórico para una nueva propuesta de parafernalia.

En otro sentido, también se le dio una perspectiva distinta al momento mismo del consumo (del “pipazo” o “carrazo”), puesto que para los ingenieros y diseñadores industriales participantes resultaba indispensable observar directamente, no sólo la elaboración de los artefactos improvisados, sino también su utilización real por parte de los consumidores.

Resulta entonces indispensable que los programas de atención a este tipo de población realmente entiendan y atiendan las realidades particulares de la misma, así como que busquen mejoras en la calidad de vida, entendiendo la postura real de dichas poblaciones frente a su situación de consumo y frente a la vida en general. Esto implica entender sus percepciones particulares frente aspectos específicos tales como salud y enfermedad, tener en cuenta qué significa para ellos el concepto de bienestar, replantear el concepto de función social y así evitar someterlos a dinámicas y contextos en los cuales otros tengan control sobre su situación.

Si tenemos en cuenta todo lo anterior, se podría explicar de forma parcial el fracaso de las estrategias institucionales que se han implementado históricamente en la ciudad para la atención de este tipo de población. Estrategias que suelen condicionarse a una noción de seguridad, específicamente en función de la seguridad de los “ciudadanos de bien”, en donde se busca asociar el impacto de las intervenciones de dicha población con la reducción de cifras en términos de criminalidad.

Estos planteamientos advierten sobre la tarea de evaluar alternativas de inclusión que no obliguen al abandono del consumo para acceder a las mismas, crear estrategias de reducción de riesgo y mitigación de daños e implementar alternativas de sostenibilidad económica ajustadas y particularizadas, de acuerdo con las realidades poblacionales.

Incluso podrían plantearse estrategias más arriesgadas, teniendo en cuenta la estrecha relación que tiene la disfuncionalidad del abuso y el consumo problemático con la alta rentabilidad de la venta de bazuco, en donde el Estado compita directamente con las mafias, esto es: facilitar el acceso (gratuito) a la sustancia psicoactiva, un acceso ligado a estrategias para la captación de la población, a la creación de espacios de investigación, y posteriormente a la oferta de programas de superación y/o alternativas de inclusión social en donde existan condiciones más funcionales de vida.

En otras palabras, revaluar -para sustituir definitivamente- las estrategias institucionales clásicas encaminadas a la tarea ética de hacer cambiar a quienes, en la mayoría de los casos, no lo desean, estrategias que van siempre de la mano con un asistencialismo insustancial que lo reduce todo a buenas intenciones, comida caliente y un lugar donde dormir.

Si bien este primer acercamiento y cambio de enfoque ha resultado revelador en varios aspectos, también es cierto que hace falta mucho camino por recorrer: investigar de forma más profunda y continua a esta población, así como diagnosticar a las instituciones que históricamente han contacto con la misma, e incluso investigar poblaciones consumidoras de bazuco no problemáticas (las cuales existen y son referidas por los mismos consumidores problemáticos) para identificar prácticas seguras y evidenciar factores de protección relacionados al consumo de esta sustancia, y contraponerlos a las prácticas y factores de riesgo asociados a la disfuncionalidad y al consumo problemático.


 

[1] http://www.echelecabeza.com/investigacion-sobre-el-bazuco-en-bogota-componentes-adulterantes-y-residuos/

[2] Wood R., Shojaie J., Fang C. y Graefe J. “Methylecgonidine coats the crack particle”. Pharmacology Biochemistry and Behavior, Vol 53 No 1. 1996. Pag 57-66.

[3] Karch S. “Pharmacokinetics and Pharmacodynamics of Abused Drugs”. CRC Press. 2008. ISBN: 978-1-4200-5458-3. Pag 41.

[4] Martin, B. R., Lue, L. P., and Boni, J. P. (1989). Pyrolysis and volatilization of cocaine. J. Anal. Toxicol. 13, 158–162.

[5] Nakahara, Y., and Ishigami, A. (1991). Inhalation efficiency of free-base cocaine by pyrolysis of ‘crack’ and cocaine hydrochloride. J. Anal. Toxicol. 15, 105–109.

[6] Tamborelli Garcia, Et. Al. (2012). Toxicological Sciences 128(1), 223–234 (2012).