De farra en el Bronx y chukilandia

Desde hace seis meses la Corporación ATS viene trabajando con un grupo de adolescentes, de los mismos que iban de farra al Bronx. ¿Cuál es el perfil de estos jóvenes?, ¿Por què razón terminan allí? y ¿Cuáles son las propuestas para su abordaje cuando el resultado de sus consumos es fruto del reiterado fracaso de las acciones de prevención y atención existentes? Aquí le contamos un poco el acercamiento que tuvimos con ellos.

Por: Vannesa Morris y Diana Sanchez. Investigadoras ATS.

La corporación ATS con el apoyo de la Secretaria Distrital de Salud y El Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud -IDIPRON- viene trabajando en la construcción de una prueba piloto y ajuste a una estrategia educativa- comunicativa y psicosocial, para la superación de consumos iniciales en menores de 18 años, institucionalizados en alto grado de vulnerabilidad. Es decir adolescentes, vinculados al IDIPRON, que han tenido problemas con la ley, sus padres o el sistema educativo.

El trabajo se desarrolló en 3 fases

  • Una fase de alistamiento: Que comprendía todo lo relacionado con construir un plan de acción, un cronograma de actividades, preparación de reuniones institucionales, la elaboración de un estado del arte de los modelos de atención, educativos y de comunicación que existen para abordar la reducción de riesgos y la elaboración de una línea de base a partir de la aplicación de unos instrumentos de medición.
  • Una segunda fase de implementación: En donde se desarrollaron 14 sesiones de trabajo con adolescentes a través de diferentes talleres: taller de línea de vida, taller de georreferenciación de los lugares consumo y socialización, taller de percepción de riesgos y daños, mitos y realidades sobre las sustancias, taller de desarrollo y expresión emocional, taller de toma de decisiones, taller de toma de decisiones, taller de proyecto de vida, taller de construcción de mensajes, taller de construcción de personajes y taller de validación.
  • Una tercera fase: Puesta en marcha de la estrategia comunicativa que esta en su parte de producción final y será lanzada a finales del mes de junio, se busca promover el cuidado y el autocuidado entre los mismos adolescentes.

Hallazgos de la intervención

Nuestra propuesta inicial era buscar la manera de trabajar el enfoque de reducción de reisgos en consumidores problemáticos menores de edad, sin embargo la precaución institucional sobre el enfoque nos indicó que debíamos buscar “la superación de consumos iniciales”. Esto cambió en las primeras sesiones pues como lo habíamos detectado en nuestra fase exploratoria que motivó la realización del piloto, la mayoría de los adolescentes no tenían consumos iniciales sino consumos frecuentes o habituales y en algunos casos problemáticos, con la característica de poli consumidores (o sea que consumen más de una sustancia habitualmente y a la vez). El consumo de marihuana es diario y está totalmente naturalizado, la cocaína y el basuco la consumen de manera ocasional al igual que el alcohol al menos una vez a la semana en muchos casos.

Llama la atención que los conocimientos que estos jóvenes tienen con respecto a las drogas proviene de la autoexploración y de mitos referentes a las drogas validados en su contexto sociofamiliar, por ejemplo, para buscar mayor placer y prolongar los efectos consumiendo dos o más sustancias a la vez, y así potenciar actividades relacionadas con la actividad sexual y la funcionalidad social, entre otras. También se evidencia la mezcla de sustancias con tragos “baratos” y de baja calidad, tipo aperitivos para potencializar los efectos de varias sustancias a la vez.

Para los adolescentes, existen mitos como que las sustancias que adquieren directamente del Bronx son de muy buena calidad pues vienen directamente de la olla. Afirmaciones como estas son muy comunes en el grupo:

“Yo sí creo que la perica es buena cuando duerme la boca, no me van a decir ustedes que no es así, si yo sé.” (Ver tambien: Cuatro formas que usa el Dealer de cocaína para engañarte. http://www.vice.com/es_co/read/tu-dealer-de-cocana-te-engaa-aqu-te-contamos-cuatro-formas)

“Yo antes trabajaba de mula, y porque será que uno cuándo se metía un pase de esos, quedaba de una como si se hubiera metido un carrazo (o sea una fumada de bazuco). ¿Entonces sería que ese si era puro?, porque yo transportaba los bloques enteros como los muestran en televisión.”

“Por qué será que cuando hecho pegante, ya no me pasa nada, yo sigo como si nada, como que el pegante ya no me hace lo mismo.”

Algo que también llama la atención es que no ven la consecuencia de los efectos negativos de estas sustancias en su salud a nivel motriz y afectaciones físicas y psicológicas.

Los espacios de socialización de estos jóvenes son las “farras” estas se dan en algunos lugares como el la L en el Bronx, el Restrepo, el “Samber”, la 1 de mayo y Soacha. Estos son lugares donde comparten con sus amigos, “farrean” (o sea van de fiesta) y también son lugares que convergen con el tráfico de drogas y con situaciones de conflicto debido a las dinámicas que se dan allí. La gran mayoría de los jóvenes dicen haber ido de fiesta y frecuentar el Bronx, ellos aseguran que este espacio es muy tranquilo para estar fiesta pues no hay riesgos de ser robados, ni tampoco restricciones de horario, uso y porte de sustancias y además se puede acceder a cualquier tipo de sustancia legal e ilegal.

Algunos manifiestan que se siente más seguros adentro que afuera, ya que adentro no son permitidas las armas y tampoco los robos, lo que sí es riesgoso es la salida de allá.

Otro de los espacios de socialización y rumba más frecuentes son las “chiquitecas” algunas conocidas como “chukiilandia” (existen varias versiones desde la vol 1 hasta la vol 5), en estos lugares el consumo de sustancia psicoactivas está presente y generalmente es acompañado de relaciones sexuales sin protección.

Las sustancias psicoactivas de mayor uso en esta población son: marihuana (concebida como inofensiva), alcohol, bazuco, pegante, benzodiacepinas (conocidas como roches) y los inhalantes (sobresalen el pegante y el Popper).

Aunque el uso y abuso de Bazuco no es generalizado ni está naturalizado, la mayoría de los adolescentes sí han tenido experiencias indirectas con esta droga, por vínculos de algún familiar cercano o amigo. Cabe resaltar que se identificaron casos de consumo problemático en los adolescentes que han tenido experiencias de consumo de bazuco.

También se identificaron algunos adolescentes con experiencias relacionadas con tráfico y comercialización de drogas.

 

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Estrategia educativa – comunicativa

La estrategia comunicativa estuvo motivada por el uso de herramientas psicosociales como por ejemplo el abordaje desde enfoques estratégicos, sistémicos, narrativos, estéticos y lúdicos; donde además la intervención se centró en el fortalecimiento de habilidades para la vida (toma de decisiones, manejo de tolerancia a la frustración, desarrollo de proyecto de vida, entre otras) en las que por cierto, evidencian enormes falencias.

En esta estrategia se abordaron representaciones de nuevos significados como elementos reestructuradores de historias alternativas donde se valora el uso del lenguaje (mediante cualquier forma de expresión) para configurar el significado de las experiencias anteriores, dando paso a hechos y relatos transformadores de realidades.

Dado que los adolescentes prefieren expresarse acerca de sus dinámicas sociofamiliares por medio de realidades paralelas, recurrimos al humor, a la imaginación e inventiva, para oponerlos a la extrema gravedad de sus problemas sociales y personales, permitiéndoles encontrar una nueva forma de aportar a la resolución de los problemas más graves.

Para esto se construyó con ellos una serie de personajes ilustrados, propios de su contexto, la cual permitió realizar especulaciones sobre el futuro y así generar alternativas en el contexto de una historia nueva como aspecto facilitador en la generación reflexiva y de nuevas opciones para los adolescentes.

 

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Recomendaciones para la acción

Como primera medida el trabajo con esta población debe contemplar la prevención del consumo de drogas, pero debe enfocarse principalmente en la reducción de riesgo y daño, pues estamos hablando de una población casi en su totalidad consumidora de sustancias psicoactivas legales e ilegales en su mayoría poli consumidora y con consumos habituales y en algunos casos problemáticos. Transiciones regresivas, cambio de sustancias de mayor riesgo a otras de menor riesgo, reducción del policonsumo, practicas de autocuidado etc.

La institucionalidad debe desprenderse de limitaciones prevencioncitas que pretenden sostener un discurso retrogrado y fracasado en donde se satanizan los nuevos modelos de intervención desde la reducción de riesgos y daños para los jóvenes que consumen drogas.

Y aunque la ley de infancia y adolescencia expresa claramente los deberes de protección y prevención frente al tráfico y consumo de drogas en niños, niñas y adolescentes; la realidad de este grupo de adolescentes vulnerados presenta unos requerimientos diferentes a la prevención, ya que en la mayoría de los casos han sido excluidos de los sistemas educativo y familiar, haciendo evidente el fracaso de la aplicación a la ley y de la prevención en torno a los temas de drogas. Por otra parte la ley de infancia y adolescencia en el articulo 34[1] “Derecho a la informacion” señala que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a buscar, recibir y difundir informacion e ideas a través de los distintos medios de comunicación. De acuerdo a estos los adolescentes que consumen drogas, merecen y tienen derecho a informarse sobre los riesgos y daños que causan las sustancias psicoactivas en su cuerpo y anivel psicosocial, no se les puede negar este derecho a estar bien informados sin que esto sea una apologia al consumo.

Vemos claramente como la prevención en estos jóvenes ha fracasado y no podemos dejarlos sin alternativas y opciones claras para evitar y abordar sus consumos problemáticos. Tenemos que avanzar hacia la construcción de modelos de atención para consumidores que incluyan el acompañamiento psicosocial desde un enfoque de reducción de riesgo y daño, pues claramente estamos hablando de jóvenes que viven en situación de vulnerabilidad, con entornos sociales complejos, violentos, en donde el consumo de drogas es una actividad más en su cotidianidad y por lo tanto los modelos clásicos de prevención ya no tienen cabida.

Son muy pocos los referentes de autoridad sobre estos niños, adolescentes y jóvenes; y aunque sus líderes a seguir en la mayoría de los casos son negativos, se observa que existe una cohesión de grupo bastante fuerte y que afecta la convivencia, se une para la farra y en ocasiones también genera espacios de reflexión. A estos grupos se les conoce como “la banda” y su estructura permite realizar un análisis de los roles y perfiles más relevantes para estos jóvenes, los cuales aqui presentamos.

Por último, sobre la base de esta banda, sus perfiles y posibilidades de auroregulación, en las próximas semanas lanzaremos una estrategia para promover el cuidado y el autocuidado entre ellos mismos, ya que como dirían sus padres y maestros, “ellos no le hacen caso nadie”.

 

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